Domingo, 16 de octubre. Parecía que no que no iba a llegar, pero aquí está.
Ricote. 25 kilómetros, 1.900 metros de desnivel positivo acumulado. Sendas y campo a través. Subidas y bajadas. Pico Almeces, 1.120 metros de altitud.
Es el primer Trail un poco serio que voy a hacer.
Se mezclan sentimientos de ilusión, incertidumbre, expectación, nerviosismo....
Si los pongo en una balanza, parece que pesara más lo negativo..., pero para llegar aquí ha habido muchas horas en la montaña, subiendo y bajando, corriendo y andando, sudando y cayendo, solo y con un buen amigo. Vas evolucionando desde el agotamiento y la falta de oxigeno los primeros días a controlar el ritmo, la respiración y comenzar a disfrutar de los hermosos paisajes por los que pasas, mientras alguien que se cruza contigo parece pensar: ¡Este tío está loco!..., y puede ser que algo de razón tenga...
Las carreras de montaña son distintas. No estás pendiente de la velocidad, del tiempo, de records, no. Las cuestas te devuelven a la realidad: bastante tienes con seguir, con no parar, con no rendirte, no hay dolor.
El asfalto es cruel. La tierra es tu amiga. La roca te hace más humano. Los árboles, los arbustos, te acompañan. El sendero se hace tu amigo. No sabes que es mejor, subir o bajar. Pero al terminar, al cruzar la meta, en la que quedan 2 ó 3 que tienen que estar allí a la fuerza, (ya han llegado casi todos los corredores), te invade una alegría inexplicable, una euforia proporcional al esfuerzo que has hecho y a las ganas de abandonar que tuviste durante los peores momentos. Subes los brazos, no gritas porque no puedes, y tu corazón se llena de lágrimas de alegría. Pero, si eres el último, ¿qué haces?. Te da igual, sabes que has conseguido otro logro, otro gran triunfo. Es difícil de explicar, hay que vivirlo, pero al menos lo puedes intuir.
El domingo voy a vivir "magia" con un buen amigo. No va a importar el tiempo, sino terminar pensando: ¿cuándo será la próxima?. Murcia, está llena de Sierras.
