Últimamente, personas que conozco han sido padres o abuelos. Parece mentira como una cosa tan pequeñaja que además demanda atención y cuidado sin límites, pueda cambiar la atmósfera, las caras, los estados de ánimo de los que les rodean. La ternura que despiertan es difícil de calificar. La alegría que transmiten incluso con unos días, con unos meses de vida es incomparable con ninguna otra circunstancia. Aconsejo a mis amigos que cojan una libreta pequeña y apunten las anécdotas, las frases increíbles, los comentarios hilarantes que hacen los críos. Viven su propio mundo pero conectados directamente con la realidad que les rodea. Hoy mismo un amigo me ha comentado que su hija de pocos años le dijo: "Papá, la mamá dice mucho Zapatero".
Hace años trabajé en una Escuela Infantil con estos pequeños seres entre 4 meses a 3 años. Me rejuvenecían día a día. ¡Kanga Konera! decía una niña en el patio, ¡Kanga Konera! repetía cada vez más cabreada de que no le entendiéramos. Como en el chiste, fuimos llamando uno a uno a todo el personal del cole..., ¡KANGA CONERA!. Por fin, la cocinera nos tradujo el mensaje: ¡Encarna, átame la cordonera!. 
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